miércoles, 17 de marzo de 2010

Un Miles Davis para cada ocasión




¡Un Miles Davis para cada ocasión
Por primera vez, se encuentra al alcance del público local una parte sustantiva del catálogo del genial trompetista estadounidense. La oferta se completa con las cajas de la integral de sus grabaciones para el sello Columbia y la reedición de la casa Prestige, así como con varios libros importantes, ya distribuidos en las librerías.




Si se exceptúan algunos discos ocasionales realizados en sellos menores, Miles Davis (1924-1991) grabó para Prestige, Blue Note, Columbia y Warner Bros. Con mayor o menor fidelidad a los registros originales, una y otra vez, en la Argentina se han editado títulos sueltos de esa notable serie de grabaciones. Sin embargo, desde hace al menos tres años, la filial argentina de Sony –dueña del sello Columbia– viene editando localmente la parte más significativa del catálogo del trompetista, en muy cuidadas ediciones que, a precios razonables, reproducen todas las novedades que ofrece el mercado estadounidense.

Se trata, entonces, no sólo de las ediciones originales, sino, en muchas ocasiones, de las reediciones con abundantes tomas alternativas o en su momento descartadas y, en algunos casos, de verdaderas novedades, como, por ejemplo, en el caso de Round about midnight, primer disco de Davis en la compañía, que en la nueva edición incluye nada menos que cuatro bonus tracks y un segundo disco en vivo, con el mismo elenco, grabado en Festival de Jazz de Newport de 1955, a semanas de grabado el álbum clásico. No es todo: en octubre de 2008, adelantándose unos meses a los cincuenta años de la edición original de Kind of blue, previsora ante el vencimiento de sus derechos –que en la industria discográfica internacional se extienden por apenas 50 años desde el momento del lanzamiento de un disco y en la industria discográfica argentina, por 70 años–, Sony editó una edición aniversario, con diversos materiales complementarios para delicia de los fanáticos de paladar negro. Fue una manera de celebrar la grabación y lanzamiento de uno de los más importantes álbumes de jazz de todos los tiempos, que en el lapso que media entre su edición y la actualidad vendió más de 10 millones de copias en todo el mundo. Y aunque la cifra parezca relativamente baja si se la compara con las ventas de la música pop, es el álbum de jazz que más público tuvo en la historia. Más aún, según Ashley Kahn, autor de Miles Davis y Kind of blue. La creación de una obra maestra (Barcelona, Alba, tercera edición de 2006), un extraordinario estudio musicológico disponible en muchas librerías argentinas, "en la iglesia del jazz, Kind of blue es como una reliquia sagrada. Los críticos lo adoran como hito estilístico, como uno de los raros momentos musicales en la larga tradición del jazz, comparable a los Hot fives de Louis Armstrong o a los quintetos de bebop de Charlie Parker. Los músicos reconocen su influencia y se han grabado centenares de versiones de temas del álbum. El productor, compositor y confidente de Davis, Quincy Jones, llega a afirmar que en un caso hipotético en el que desapareciera de la capa de la tierra todo rastro de la música de jazz bastaría con tener Kind of blue para poder explicar el género".




Una discografía comentada

A pesar de que las palabras de Quincy Jones (que produjo desde a Peggy Lee hasta Tony Bennett y Michael Jackson) tal vez sirvan para explicar por qué Miles Davis sigue suscitando tanta atención, parecerían reducir su influencia a un único disco. En realidad, no es así. Davis, prácticamente desde el principio, marcó tendencia, adelantándose a sus contemporáneos. Generalmente, fue uno de los primeros en advertir por dónde venía la cosa y cuál era la música que iba a definir cada época en cuestión. Ocurrió cuando, alrededor de 1948, en pleno apogeo del estilo bebop, luego de abandonar a Charlie Parker, formó un noneto que, con arreglos de Gil Evans, Gerry Mulligan y John Lewis, creó un nuevo estilo basado en la contención, denominado cool jazz, cuyo principal testimonio es The birth of the cool (1950). Pero antes de que el estilo terminara de asentarse y se trasladara de Nueva York a la Costa Oeste, constituyéndose en un patrimonio de los músicos blancos, Davis ya se había desplazado a una vertiente del bebop menos abstracta y más cercana al gospel y al blues, a la que la crítica llamó hard bop.

Así, grabó para Blue Note y para Prestige una serie de álbumes en los que probó distintas formaciones hasta dar con su primer gran quinteto (John Coltrane, Red Garland, Paul Chambers y Philly Joe Jones). Con esa formación, pasa al sello Columbia y, con producción de George Avakian, primero, y Teo Macero, después, comienza una historia jalonada por grandes obras: Miles Ahead (con arreglos y dirección orquestal de Gil Evans; 1957), Milestones (con el grupo convertido en sexteto, a partir de la inclusión del saxofonista Cannonball Adderley; 1958), Porgy and Bess (nuevamente con orquesta dirigida y arreglada por Gil Evans; 1958), la reciente recopilación Miles and Coltrane (donde aparece el pianista Bill Evans; 1955-1958) Jazz at the Plaza, Vol. 1 (1958) y, por fin, Kind of blue (1959), donde el jazz modal –vale decir, el estilo en el cual el intérprete en vez de improvisar sobre acordes o armonías lo hace sobre escalas– se impone sobre formas anteriores.

Pero Davis tampoco se queda allí. A la publicación de Sketches of Spain (1960, considerado su álbum más accesible), sigue una serie de álbumes hasta que, a partir de Seven steps to Heaven (1963) comienza a formarse el segundo gran quinteto, con Wayne Shorter en saxo tenor, Herbie Hancock en piano, Ron Carter en contrabajo y Tony Williams en batería. Con ellos grabará My funny Valentine (1964), Miles in Berlin (1964), E.S.P (1965), Miles smiles (1966), Sorcerer (1967), Nefertiti (1967), y Miles in the sky (donde se suma el guitarrista George Benson; 1968).

Para entonces, Davis había tomado debida cuenta de la existencia del free jazz (que rechaza, aunque varios de los jóvenes miembros de su grupo se muestran interesados) y del rock (aunque, tal vez, convendría circunscribirnos a las diferentes variedades de la música popular negra que lindan con el rock and roll). Desde Filles de Kilimanjaro (1968) hasta Agharta (1975) y Pangaea (1975), pasando por In a silent way (1969), Bitches brew (1969), Big fun (1969-1972), Jack Johnson (1970), Live at the Filmore East (1970), Live-Evil (1970), Black beauty (1970), At Filmore (1970), On the corner (1972) y Dark magus (1974), entre varios otros álbumes, Miles Davis inventa el jazz rock e incluye en sus grupos a todos los grandes músicos de la próxima generación que, pocos años después, se multiplicarán en grupos como Weather Report (su disco más exitoso fue Heavy Weather), Return To Forever (liderada por Chick Corea en su primera formación), Tony Williams' Lifetime, Mahavishnu Orchestra (donde participó el guitarrista John McLaughlin) y The Headhunters (con Herbie Hancock a la cabeza), entre otros. Sin embargo, a ese período de tanta creatividad sigue una época oscura.

Los años finales

Según Ian Carr, trompetista británico, líder del grupo de jazz rock Nucleus y autor de Miles Davis. La biografía definitiva (Barcelona, Global Rhythm, 2005), un voluminoso estudio disponible en muchas librerías argentinas, "con el transcurso de los años, se había generado un patrón en la forma en que la vitalidad creativa de Miles se curvaba hacia arriba y hacia abajo, acompañada de fluctuaciones similares en su salud en general. A principios de los cincuenta hubo cuatro años en los que sufrió una severa adicción a las drogas. Después de librarse del hábito y de volver a estar en forma, se produjo un extraordinario lapso de creatividad entre los años 1954 y 1961. Miles volvió a enfermarse de gravedad y a quedar fuera de juego durante casi todo 1965. Más tarde se inició lentamente otra etapa caracterizada por una creatividad excepcional, durante la cual formó su segundo gran quinteto, que se mantuvo hasta 1968. Luego se produjo otro cambio todavía más radical con el advenimiento de la electrónica y sus nuevos conceptos de instrumentación y de procedimientos que tuvieron como resultado su fusión jazz rock. En aquel último período (1968-1975) hubo muchos cambios de personal en los diversos grupos de Miles y fue una época de turbulencia y estrés en su vida privada. En 1975 también enfermó de gravedad y se vio obligado a alejarse de la escena. Cumplió cincuenta años en 1976, una edad bastante avanzada para un músico de jazz (la expectativa de vida promedio de esa época era de cuarenta y dos), pero joven para la mayoría de las otras artes. La renovada actividad creativa que se había caracterizado en las dos décadas previas, sin embargo, no se produjo en los setenta. El ya había explorado tantos territorios nuevos que cada vez se volvía más difícil encontrar sonidos y procedimientos novedosos".

Así, en Miles, la autobiografía del trompetista escrita con la ayuda de Quince Troupe (Barcelona, Ediciones B, 1995), puede leerse: "Entre 1975 y comienzos de 1980 no agarré la trompeta: durante más de cuatro años no la agarré ni una sola vez. Me acercaba a ella, la miraba, pensaba en tocarla, o en intentarlo por lo menos. Sin embargo, no llegué a hacerlo nunca. Al cabo de un momento se me olvidaba porque me había embrollado en otras cosas, en cosas que en su mayoría no eran buenas para mí".

Con todo, a fines de 1980, un Davis desconcertante y atiborrado de cocaína, aparece con The man with the horn, al que lo suceden We want Miles (1981), Star people (1983), Decoy (1983), You're under arrest (1985) y Aura (1985).

Para entonces, Miles, quien en vísperas del jazz rock adoraba al guitarrista Jimi Hendrix y a la banda funk Sly & The Family Stone, ahora está embelesado con Prince, a quien considera "el nuevo Duke Ellington". Por lo tanto, no es de extrañar que, roto su contrato con Columbia, editase una serie de discos para Warner Bros., en los cuales el rap y el hip hop son una presencia ominosa. Tutu (1986), Amandla (1989), Doo Bop (1991) y Miles & Quincy live at Montreaux (1991) son algunos de ellos.

Podrá advertirse entonces que, hasta su muerte, el trompetista no cesó de cambiar. Acaso para comprobarlo bastaría con oír las músicas incidentales que compuso para los filmes Ascenseur pour l'echafaud (Louis Malle, 1958), Siesta (Mary Lambert, 1987) y Dingo (Rolf de Heer, 1990). Probablemente haya un Miles Davis a la medida de nuestras necesidades y, ahora, la abundancia en el mercado local de grabaciones y libros dedicados a él nos permiten descubrir cuál nos corresponde.


Link: http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2010/03/17/_-02160758.htm

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